Читать книгу «La mentira del vecino » онлайн полностью📖 — Блейка Пирс — MyBook.
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CAPÍTULO CUATRO

Volvieron a la sede del FBI dos horas después con lo que Chloe sintió eran más que suficientes pruebas para tener a un sospechoso en custodia antes de que finalizara el día. El video de Snapchat era la mejor prueba que habían encontrado, pero también habían logrado encontrar dos huellas dactilares sólidas, la pisada en la alfombra de la habitación y dos pelos en la parte inferior de la ventana de la habitación.

Le presentaron sus hallazgos al subdirector García en una mesa pequeña de una sala de conferencias en el fondo de su oficina. Cuando Chloe le mostró lo que había encontrado en el teléfono celular, lo vio tratando de contener una sonrisa de satisfacción. También parecía contento por lo bien que Rhodes había embolsado y catalogado todas las pruebas que habían encontrado.

«Tal vez deberían cambiarla al Equipo de Evidencias si creen que es tan buena», pensó Chloe de forma venenosa.

—Muy buen trabajo —dijo García, levantándose de la mesa y mirándolas con orgullo—. Trabajaron rápido y de forma exhaustiva. Estoy seguro de que lograremos arrestar al culpable con todas estas pruebas.

Las dos agentes le dieron las gracias. Chloe se sintió un poco mejor al ver que a Rhodes también le incomodaba recibir cumplidos.

—Agente Fine, recibí una llamada del director Johnson justo antes de que entraran. Quiere reunirse contigo dentro de quince minutos. Agente Rhodes, dirígete al laboratorio para que puedas ser testigo de lo que pasa con las pruebas cuando son traídas.

Rhodes asintió con la cabeza, aun haciendo el papel de buena estudiante. Chloe se sentía asustada. Cuando se reunió con Johnson ayer, la sorprendió mucho con su decisión. ¿Qué tenía planeado ahora?

Se guardó sus preguntas mientras caminó por el pasillo hacia su oficina. Cuando llegó a la pequeña recepción, vio que la puerta estaba cerrada. Su secretaria le hizo un gesto a una de las sillas a lo largo de la pared mientras hablaba con alguien por teléfono. Chloe se sentó y finalmente se tomó un momento para reflexionar sobre lo que este día había significado para ella y su carrera.

Por un lado, había descubierto una prueba importante que probablemente conllevaría a la detención de un pandillero que había matado a una familia entera. Pero también había cometido un error de novata dado que casi había arruinado una pisada decente. Supuso que no importaría mucho gracias al video de Snapchat. Aun así, estaba muy avergonzada por la forma en que Rhodes le había gritado por eso. Supuso que debía esperar que la gran prueba que había encontrado compensara su error.

Cuando se abrió la puerta de la oficina de Johnson, sus pensamientos se desvanecieron. Miró hacia la puerta y vio a Johnson asomar la cabeza. La vio y ni siquiera dijo nada. Solo le hizo señas para que entrara en la oficina. Era imposible saber si estaba molesto o simplemente apurado.

Entró en su oficina y cuando Johnson cerró la puerta detrás de ella, le hizo un gesto hacia la silla en el otro lado de la mesa, un lugar que se estaba volviendo más y más familiar para Chloe. Cuando se sentó detrás de su escritorio, Chloe finalmente pudo leer su expresión. Estaba bastante segura de que estaba irritado por algo.

—Debes saber —dijo el director Johnson— que acabo de hablar por teléfono con la agente Rhodes. Me contó que básicamente pisoteaste una pisada en la escena del crimen.

—Eso es cierto.

Él asintió con la cabeza, decepcionado, y dijo: —Estoy indeciso, porque, por un lado, ella es igual de novata que tú. Y el hecho de que me haya llamado para acusarte me molesta. Pero, al mismo tiempo, me alegra que lo haya hecho. Supongo que tienes claro que yo no llamo a cada agente que comete un error a mi oficina para preguntarle qué pasó. Pero pensé que debería consultar contigo dado que te cambié de departamento a último minuto. ¿Sientes que te desconcentré?

—No. Simplemente pasé la pisada por alto. Estaba tan concentrada en la ventana que ni siquiera la vi.

—Eso es comprensible, pero un poco torpe. El subdirector García me dice que encontraste una prueba que debería conducir directamente a un arresto, un teléfono móvil con una ventana abierta de Snapchat. ¿Eso es correcto?

—Sí, señor. Y por razones que no entendía, tenía ganas de añadir: —Pero cualquiera podría haberlo encontrado. Fue pura suerte.

—Me considero un hombre bastante indulgente —dijo Johnson—. Pero tienes que saber que errores como el de la pisada podrían tener graves consecuencias. Por ahora, sin embargo, quiero que trabajes con Rhodes en otro caso. ¿Te molesta seguir trabajando con ella?

Tenía la palabra «sí» en la punta de la lengua, pero no quería parecer mezquina. —No, creo que puedo lidiarla.

—Miré los expedientes de Rhodes. Sus instructores dijeron que es increíblemente astuta, pero que tiene una tendencia a tratar de hacer las cosas por su cuenta. Así que mi consejo sería no dejar que tome todo el control de un caso.

«Sí, lo vi con mis propios ojos», pensó Chloe.

—Y, para ser justo, le dije que no debería hacer eso —continuó—. También le dije que no aprecio cuando los nuevos agentes trataban de lanzar a otros a los leones. Así que espero que se comporte en el próximo caso. El subdirector García y yo estaremos supervisando todo de aquí en adelante, solo para asegurarnos de que todo se haga a rajatabla.

—Está bien. Aprecio eso.

—Aunque casi arruinaste una pisada, creo que hiciste un buen trabajo hoy. Quiero que pases el resto del día escribiendo un informe sobre la escena del crimen y tus interacciones con la agente Rhodes.

—Sí, señor. ¿Algo más?

—Eso es todo por ahora. Solo… como te dije… si comienzas a sentir que mi cambio de última hora está afectando su trabajo, házmelo saber.

Ella asintió mientras se levantaba. A lo que salió de la oficina, se sintió como si acabara de esquivar una bala, como una niña que había sido llamada a la oficina del director pero que no se había metido en problemas. No obstante, el hecho de que Johnson la había felicitado por lo que había hecho la reconfortaba.

Regresó a su pequeño espacio de trabajo, un cubículo sencillo, su cabeza dando vueltas. Se preguntó si era la primera vez que una nueva agente era llamada a la oficina del director dos veces en menos de cuarenta y ocho horas. La hacía sentirse eufórica y de alguna forma minuciosamente escrudiñada.

Mientras esperaba el ascensor, vio a otro agente girar en la esquina. Chloe reconoció el rostro del pequeño grupo de agentes que habían estado en el grupo ViCAP el día anterior.

—Eres la agente Fine, ¿cierto? —le dijo con una sonrisa.

—Sí —respondió ella, insegura de qué trataría esta conversación.

—Soy Michael Riggins. Me acabo de enterar del caso que les asignaron a Rhodes y tú. Asesinato familiar relacionado con pandillas. Se dice que pronto arrestarán a alguien. Eso tiene que ser un récord.

—No tengo idea —dijo Chloe, aunque sí se sentía que todo había pasado muy rápido.

—Oye, sabes, no todos los agentes novatos pudieron salir al campo hoy —dijo Riggins—. Algunos estaban sumidos en investigación o papeleo. Creo que algunos de nosotros iremos a tomarnos unos tragos después del trabajo hoy. Deberías acompañarnos. Iremos al Bar Reed’s, el que está a dos cuadras de aquí. Tu historia de éxito definitivamente nos levantaría el ánimo. Pero no invites a Rhodes. Al parecer no le agrada a nadie.

Chloe sabía que era mezquino, pero no pudo evitar sonreír ante el comentario. —Quizá pase por allá —le dijo. Esa fue la mejor respuesta que pudo dar… Era mucho mejor que explicarle que ella era muy introvertida y que no le gustaba pasar el rato con personas que no conocía.

En ese momento llegó el ascensor. Chloe entró en él y Riggins se despidió de ella. Era extraño que alguien envidiara su situación, sobre todo después de la conversación que acababa de tener con Johnson. Era una sensación que la hizo querer ir al bar, aunque solo fuera por media hora. La alternativa era regresar a su apartamento y seguir desempacando. Y eso no le parecía muy atractivo.

El ascensor la llevó hasta el tercer piso, donde su área de trabajo estaba cerca de espacios similares ocupados por otros agentes. Se encontró a Rhodes mientras caminaba por el pasillo. Se le ocurrió saludarla o darle las gracias por la reunión que acababa de tener con Johnson. Pero al final decidió hacer lo correcto. No caería en sus juegos.

Aun así, pasar a la mujer en el pasillo e intercambiar miradas desagradables fue suficiente para hacerla tomar la decisión de ir al bar esta noche. Y a menos que su día cambiara drásticamente, probablemente se tomaría muchos tragos.

«Estoy tomando mucho últimamente», pensó.

Era un pensamiento que la persiguió durante el resto del día, pero, al igual que los pensamientos recurrentes de su padre, logró empujarlo a los rincones más oscuros de su mente.

CAPÍTULO CINCO

Cuando llegó al bar a las 6:45, se dio cuenta de que era justo lo que había esperado. Vio varias caras conocidas, pero ninguna que conocía bien. Y eso era porque no conocía a estos agentes en absoluto. Otra desventaja de haber sido cambiada de departamento por Johnson a última hora era que había muy pocas personas en el grupo ViCAP que habían tomado los mismos cursos o clases que ella.

Los que más reconocía eran dos hombres. El primero fue Riggins. Estaba sentado con otro agente masculino, hablando animadamente sobre algo. El segundo fue Kyle Moulton, el agente guapo que se había ofrecido a llevarla a almorzar después de la primera etapa de la orientación, el hombre que había llamado su atención porque le había preguntado si ella era violenta. Le desanimó ver que estaba hablando con dos mujeres. Aunque eso no la sorprendía. Moulton era guapísimo. Parecía un joven Brad Pitt.

Decidió no interrumpirlo, así que se fue a sentar con Riggins. Aunque parecía presumido, le gustaba la idea de pasar el rato con alguien que le impresionaba lo que había logrado.

—¿Está ocupado este taburete? —le preguntó mientras se sentó en el asiento de al lado.

—No, para nada —dijo Riggins. Parecía muy feliz de verla, sus mejillas regordetas formando una sonrisa—. Me alegra que hayas decidido venir. ¿Puedo invitarte un trago?

—Sí, claro. Una cerveza. Por ahora.

Riggins llamó al barman y le dijo que agregara la primera cerveza de Chloe a su cuenta. Riggins estaba bebiendo cubalibre, y pidió otro junto con la cerveza de Chloe.

—¿Cómo estuvo tu primer día? —preguntó Chloe.

—Estuvo bien. Pasé casi todo el día investigando un caso de un narcotraficante. Parece aburrido, pero realmente lo disfruté mucho. ¿Cómo fue pasar un día entero con Rhodes? —preguntó Riggins—. Estoy seguro de que cerrar ese caso tan rápido tuvo que haber sido genial, pero ella ya tiene una reputación de ser difícil de manejar.

—Fue bastante tenso. Es una excelente agente, pero…

—Dilo —dijo Riggins—. No puedo llamarla perra, porque no me gusta llamar a una mujer perra delante de otra mujer.

—Ella no es una perra —dijo Chloe—. Solo es muy directa y exhaustiva.

La conversación casual se prolongó durante un tiempo más. Chloe miró en la dirección del agente Moulton. Una de las mujeres se había ido. Moulton estaba inclinándose hacia la otra mujer y sonriendo. Chloe tendía a ser un poco ingenua cuando se trataba de relaciones, pero estaba segura de que Moulton estaba encantado con la mujer.

Esto la decepcionó mucho. Había cortado con Steven hace solo dos meses. Supuso que solo estaba interesada en Moulton porque había sido la primera cara amigable en hablarle después de que Johnson la había sorprendido al cambiarla de departamento. Eso, además de la idea de tener que regresar a su nuevo apartamento en el que vivía sola, no era atractivo. El hecho de que era muy guapo también era relevante.

«Sí, fue un error venir. Puedo beber por mucho menos en mi casa», pensó.

—¿Estás bien? —preguntó Riggins.

—Sí, creo que sí. Simplemente ha sido un largo día. Y creo que mañana también lo será.

—¿Conducirás o caminarás a casa?

—Conduciré.

—Eh… Entonces mejor no te compro otro trago.

Chloe sonrió y le dijo: —Eso es muy responsable de tu parte.

Ella volvió a mirar en la dirección de Moulton y la mujer con la que había estado hablando. Ambos estaban poniéndose de pie. Mientras se dirigían hacia la puerta, Moulton colocó su mano en la zona lumbar de la mujer.

—¿Puedo preguntarte por qué te decidiste por esta carrera? —preguntó Riggins.

Ella sonrió con nerviosismo y se terminó su cerveza. —Problemas familiares —contestó—. Gracias por la invitación, Riggins. Pero tengo que volver a casa.

El hombre asintió con la cabeza como si comprendiera perfectamente. Asimismo, notó que Riggins miró alrededor del bar y se dio cuenta de que él sería el último cliente que quedaría. Eso la hizo pensar que tal vez Riggins estaba lidiando con sus propios fantasmas.

—Cuídate, agente Fine. Espero que mañana sea tan exitoso como hoy.

Chloe salió del bar, ya haciendo planes para el resto de la noche. Todavía tenía cajas por desempacar, un armazón de cama por instalar y un montón de implementos de cocina por guardar.

«Esta no es la vida emocionante que esperaba», pensó con un poco de sarcasmo.

Mientras se dirigió a su auto, el cual seguía estacionado en la sede del FBI, su teléfono sonó. Cuando vio el nombre en la pantalla, se sonrojó de la rabia.

Steven. No sabía por qué la estaba llamando. Y es por eso que decidió atender. Sabía que si no lo hacía, el misterio la carcomería.

Atendió la llamada, sintiéndose muy nerviosa. —Hola, Steven.

—Hola, Chloe.

Ella esperó, con la esperanza de que no le diera más vueltas al asunto. Pero Steven no solía ir al grano.

—¿Todo está bien? —le preguntó Chloe.

—Sí, todo está bien. Lo siento… no pensé en cómo esta llamada te haría sentir…

Su voz se quebró, recordando a Chloe de uno de sus muchos pequeños rasgos molestos.

—¿Qué necesitas, Steven?

—Quiero que hablemos —le dijo Steven—. Solo para reconectarnos.

—No. No me parece buena idea.

—No tengo motivos ocultos —dijo—. Lo prometo. Siento que… hay cosas por las que tengo que disculparme. Y necesito… bueno, necesitamos, un cierre.

—Habla por ti mismo. Todo está bien cerrado para mí. No necesito ningún cierre.

—Está bien. Entonces considéralo un favor. Solo quiero media hora contigo. Quiero desahogarme. Y si estoy siendo honesto… Solo quiero verte una vez más.

—Steven… estoy ocupada. Mi vida está muy agitada ahora mismo, y…

Se detuvo, ni siquiera segura de qué decir. Realmente su vida no era tan ocupada que no tenía tiempo para verlo. Sabía que esta llamada no era fácil para Steven. Estaba humillándose, lo cual nunca hacía.

—Chloe…

—Está bien. Media hora. Pero no iré para allá. Si quieres verme, tienes que venir a DC. Todo es una locura y yo no...

—Está bien. ¿Cuándo es un buen momento para ti?

—El sábado a la hora del almuerzo. Te enviaré la dirección de un restaurante por mensaje de texto.

—Me parece bien. Muchas gracias, Chloe.

—De nada —Sintió que había algo más que debía decir, cualquier cosa para mitigar la tensión. Pero, al final, lo único que dijo fue—: Adiós, Steven.

Ella finalizó la llamada y se metió el celular en el bolsillo. No pudo evitar preguntarse si solo había cedido porque se sentía muy sola. Pensó en el agente Moulton y se preguntó para dónde se había ido con su amiguita. Más que eso, se preguntó por qué estaba tan interesada en él.

Llegó a su auto y condujo a casa mientras se hacía de noche. DC era una ciudad extraordinaria y, a pesar de la congestión y la mezcla extraña de historia y comercio, igual era hermosa. Ese pensamiento la hizo sentirse melancólica mientras se dirigía a su apartamento, un apartamento nuevo y vacío que se había sentido afortunada de encontrar, pero que ahora le parecía una isla aislada.

***

Cuando su teléfono la despertó a la mañana siguiente, la sacudió de sus sueños. Trató de quitárselos de encima, pero luego se preguntó si siquiera valía la pena. Los únicos sueños que había tenido últimamente eran de su padre, varado y solo en la cárcel.

Hasta podía oír su voz tarareando alguna vieja canción de Johnny Cash de las que solía cantar en su apartamento.

«A Boy Named Sue», pensó.

O tal vez no. Tenía esa canción en su cabeza cuando rebuscó su teléfono celular en la mesa de noche.

Cuando jaló su teléfono celular del cargador, vio que su reloj marcaba las 6:05, solo veinte-cinco minutos antes de la alarma que había puesto.

—Habla la agente Fine —respondió ella.

—Agente Fine, habla el subdirector García. Te necesito en mi oficina de inmediato. Trata de estar aquí en menos de una hora. Tengo un caso en el que tienen que empezar a trabajar lo antes posible.

—Sí, señor —dijo mientras se sentó en la cama—. Estaré allí enseguida.

En este momento, no le importaba que tendría que volver a trabajar con Rhodes. Lo único que le importaba era que, hasta ahora, ya llevaba un caso resuelto y estaba ansiosa por ayudar a resolver otro.