Читать книгу «Callejón Sin Salida» онлайн полностью📖 — Блейка Пирс — MyBook.
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CAPÍTULO CINCO

Cuando Chloe y Moulton llegaron a la oficina de García, el Director Johnson ya estaba allí esperándolos. Parecía que García y él habían estado revisando los archivos del caso. García tenía unos cuantos en su pantalla mientras que Johnson tenía una pequeña pila de copias impresas frente a él.

–Gracias por venir tan rápido –dijo Johnson –. Tenemos un caso en Virginia, un pequeño pueblo al otro lado de Fredericksburg, en un barrio acomodado. Y probablemente debería comenzar diciendo que la familia de la víctima tiene algunos amigos políticos muy poderosos. Por eso nos han llamado. Bueno, por eso y por el espantoso carácter de la muerte.

Mientras Chloe se sentaba en la pequeña mesa en la parte de atrás de la oficina de García, quiso hacer todo lo posible para no ser obvio al tratar de crear alguna distancia entre ella y Moulton. Ella sabía que probablemente estaba resplandeciente, radiante por cómo había pasado la noche y mañana. No estaba segura de cómo podría Johnson pudiera reaccionar ante cualquier tipo de relación entre ellos y honestamente no quería saberlo.

–¿A qué nos estamos enfrentando? –preguntó Chloe.

–Hace cuatro días, un esposo llegó a casa del trabajo y encontró a su esposa muerta –dijo García–. Pero fue más que eso. No sólo había sido asesinada, sino que fue brutalmente asesinada. Había múltiples heridas punzantes, dieciséis por el recuento del forense. La escena del crimen era un desastre… sangre por todas partes. No se parece a nada que la policía local haya visto jamás.

Deslizó hacia Chloe una carpeta con una mirada de advertencia. Chloe lo tomó y lo abrió lentamente. Miró dentro y sólo vio un destello de la foto de la escena del crimen, y la cerró con la misma rapidez. Basándose en lo que acababa de ver, parecía más un matadero que una escena del crimen.

–¿Quiénes son los amigos de la familia de la víctima? –preguntó Moulton –. Dijiste que alguien de la política, ¿verdad?

–Realmente preferiría no dar esa información –dijo Johnson–. No queremos que parezca que el FBI tiene favoritos cuando se trata de asuntos bipartidistas.

–¿Cuál es el nivel de participación de la policía local –preguntó Chloe.

–Han iniciado una cacería humana en todo el condado y han involucrado a la policía estatal –dijo García–. Pero se les pide que lo mantengan en secreto. La policía local está comprensiblemente molesta porque siente que estamos obstaculizando un caso que ya está fuera de su zona de comodidad. Así que necesito que vayan allí lo antes posible. Además… y por favor, escuchen atentamente; Pensé en ustedes dos por lo bien que han trabajado juntos en el pasado. Y agente Fine, parece que tiene un don para este tipo de crimen de pueblo pequeño y comunidad aislada. Sin embargo, si el caso y las fotos de la escena del crimen la hacen sentir incómoda, como si fuera demasiado para manejar en esta etapa de su carrera. No la juzgaré y no se volverá contra ti.

Chloe y Moulton se miraron y ella pudo ver que él estaba tan ansioso como ella por tomar el caso. No obstante, Moulton, incapaz de contenerse, echó un vistazo a lo que había dentro de la carpeta. Puso una mueca de dolor mientras miraba las pocas fotos de la escena del crimen y escaneaba el breve informe que se encontraba en el dorso. Luego volvió a mirar a Chloe y asintió con la cabeza.

–En lo que a mí respecta, estoy de acuerdo –dijo Chloe.

–Lo mismo digo –dijo Moulton–, y aprecio la oportunidad.

–Me alegra oírlo –dijo Johnson, poniéndose de pie–. Estoy emocionado por ver lo que ustedes dos pueden hacer. Ahora… será mejor que comiencen. Aún tienen que conducir.

***

Moulton estaba al volante del coche de la agencia, saliendo de la carretera y dirigiéndose hacia Virginia. Barnes Point estaba a sólo una hora y veinte minutos de distancia, pero la interestatal 495 hacía que cualquier lugar se sintiera como si estuviera del otro lado del planeta.

–¿Estás segura de esto? –le preguntó él.

–¿Sobre cuál parte?

–Trabajar juntos en un caso como este. Quiero decir… hace unas diez horas estábamos besándonos como un par de adolescentes lujuriosos. ¿Serás capaz mantener tus manos alejadas de mí mientras trabajamos?

–No te lo tomes a mal –dijo Chloe –, pero después de lo que vi en esa carpeta, hacer eso contigo otra vez es en lo que menos estoy pensando.

Moulton asintió. Se desvió hacia la siguiente salida, hizo un tramo recto y pisó el acelerador.

–Dejando todas las bromas a un lado… me gustó lo de anoche, incluso la parte antes de tu casa. Y me gustaría hacerlo de nuevo. Pero con este caso…

–Debemos ser estrictamente profesionales –ella terminó su frase.

–Exacto. Y con ese fin –dijo, sacando su iPad del centro hueco del tablero –descargue los archivos del caso mientras té empacabas.

–¿Tú no empacaste?

–Has visto mi bolso. Sí, he empacado. Pero soy muy rápido para hacerlo –la miró con una ligera sonrisa mientras decía esto, indicando qué quizás ella había tardado un poco más de lo que él esperaba–. Aunque no tuve oportunidad de echarle un vistazo.

–Ah, un poco de lectura ligera –dijo Chloe.

Ambos se rieron y cuando Moulton apoyó su mano en la rodilla de ella mientras leía el archivo, Chloe dudó de que pudieran mantener las cosas profesionales.

Revisó los archivos del caso, leyendo en voz alta las partes importantes para Moulton. Descubrieron que García y Johnson habían hecho un buen trabajo al resumirlo. El informe policial era bastante detallado, así como las fotos. Aún eran difíciles de mirar y Chloe podía entender a la policía local. Se imaginó que cualquier policía de un pueblo pequeño podía sentirse fuera de su elemento al enfrentarse a algo tan violento y sangriento.

Compartieron pensamientos y teorías, y para cuando pasaron un cartel que les decía que Barnes Point estaba a 20 kilómetros de distancia, Chloe había cambiado de opinión. Pensó que serían capaz de trabajar profesionalmente juntos. Había pasado las últimas semanas tan enfocada en su atracción física hacia él que casi había olvidado lo agudo e intuitivo que podía ser cuando se trataba de un caso.

Entonces se le ocurrió la idea de si podían hacer que funcionara, ella podía tener lo que casi todas las mujeres del planeta deseaban ; un hombre que la respetara como un igual laboral e intelectualmente, pero también en su dormitorio.

No ha pasado ni un día, dijo una voz en su cabeza. Era la voz de Danielle de nuevo. ¿De verdad ya estás delirando y soñando sobre esto? Jesús, se besaron durante algunas horas y ni siquiera te acostaste con él, apenas lo conoces y…

Pero Chloe eligió ahuyentar esos pensamientos.

Luego prestó atención al informe del forense. Contaba la misma historia que Johnson les había contado a ellos, pero con más detalles. Y fueron estos detalles en los que se centró. La sangre, la violencia, el potencial motivo político. Los leyó de nuevo, estudiando con gran concentración.

–Estoy pensando que esto no tiene nada que ver con la política –dijo–. No creo que el asesino estuviera muy preocupado por los poderosos amigos políticos que los Hilyards pudieran tener.

–Pareces muy convencida de esa afirmación –dijo Moulton–. Explícame, por favor.

–Lauren Hilyard fue apuñalada dieciséis veces. Y cada una de las heridas estaba centrada en el área del abdomen, y sólo una de ellas se encontraba en su seno izquierdo. El forense informó que las heridas eran irregulares y casi una encima de la otra, lo que indica que alguien hizo el movimiento de apuñalamiento uno detrás del otro. La nota que hay en los informes dice: como en una rabia ciega o en un frenesí. Si este fuera el acto de alguien con una motivación política probablemente habría algún tipo de mensaje u otro indicador.

–Muy bien–dijo Moulton–, estoy de acuerdo. No está motivado por la política.

–Eso fue fácil.

Se encogió de hombros y dijo:

–Estoy entendiendo que la gente en Washington piensa que todo tiene una motivación política. ¿Qué importa si los Hilyards conocen a alguien de una alta jerarquía en la escalera política. No a todo el mundo le importa.

–Me gusta como piensas –dijo–. Pero no sé si lo debemos descartar totalmente todavía.

Se estaban acercando a Barnes Point y el hecho de que se les había confiado un caso con posibles vínculos políticas no les era menor. Era una oportunidad increíble para ambos y ella tuvo que asegurarse que era en eso que estaba su atención por el momento. Por ahora, nada era más importante que eso, ni siquiera la aparición repentina de su padre desaparecido, ni la voz sin emoción de su terca hermana… ni siquiera un romance potencialmente perfecto con el hombre que estaba sentado a su lado.

Por ahora, sólo existía el caso y nada más que el caso. Y eso era más que suficiente para ella.

CAPÍTULO SEIS

Barnes Point era una ciudad tranquila pero bonita, con una población de nueve mil habitantes. La residencia de los Hilyard estaba situada justo afuera de los límites de la ciudad, en una subdivisión llamada Farmington Acres. El esposo de la víctima, Jerry Hilyard, aún no había podido regresar a su casa desde que descubrió el cuerpo de su esposa; al no tener familiares cercanos, lo habían invitado a quedarse en otro lugar del vecindario, con amigos cercanos.

–Creo que necesitaría alejarme mucho más que de unas pocas casas –dijo Moulton–. Quiero decir, ¿te imaginas por lo que está pasando este pobre hombre?

–Pero quizás también podría necesitar estar cerca de su casa –sugirió Chloe–.Cerca del lugar dónde él y su esposa habían compartido una vida juntos.

Moulton pareció considerar esto mientras conducía su coche de alquiler hacia la subdivisión, en la dirección que les había indicado la policía estatal mientras estaban en la ruta. Este era otro ejemplo de cómo Chloe estaba empezando a entender y respetar la fluidez con la que se trabajaba en la agencia. Era difícil imaginar que cualquier información que necesitara -direcciones, números de teléfono, historiales laborales, antecedentes penales- estuvieran disponibles a sólo una llamada o a un correo electrónico de distancia. Ella asumió que los agentes eventualmente se acostumbran a esto, pero por el momento, aún se sentía privilegiada de ser parte de tal sistema.

Llegaron a la dirección y se dirigieron hacia la puerta. El buzón de correo decía Lovingston y la casa era una copia de casi todas las otras casas del vecindario. Era el tipo de vecindario donde las casas están una encima de la otra, pero el ambiente era tranquilo, un buen lugar para que los niños pudieran aprender a andar en bicicleta y probablemente un montón de diversión durante Halloween y Navidad.

Chloe llamó a la puerta y fue atendida de inmediato por una mujer con un bebé en sus brazos.

–¿Es usted la Sra. Lovingston? –preguntó Chloe.

–Lo soy. Y ustedes deben ser los agentes del FBI. Recibimos una llamada de la policía hace un rato diciendo que ustedes estaban en camino.

–¿Jerry Hilyard sigue aquí? –preguntó Moulton.

Un hombre apareció detrás de la mujer, saliendo desde la habitación de la izquierda:

–Sí, todavía estoy aquí –dijo. Se unió a la Sra. Lovingston en la puerta y se apoyó en el marco de la puerta. Parecía absolutamente exhausto, aparentemente no había dormido bien desde que perdió a su esposa de manera brutal.

La Sra. Lovingston se volvió hacia él y lo miró de una forma que a Chloe le hizo pensar que el bebé en sus brazos podía esperar algunas miradas de desaprobación en el futuro.

–¿Seguro que puedes hacer esto? –le preguntó la mujer.

–Estoy bien Claire –dijo–, gracias.

Ella asintió, sostuvo a su bebé más cerca de su pecho y se dirigió a otra parte de la casa.

–Pueden pasar –dijo Jerry.

Los llevó a la misma habitación de dónde él había venido. Parecía una especie de estudio, decorada en su mayoría con libros y dos elegantes sillas. Jerry se dejó caer en una de las sillas como si sus huesos le estuvieran fallando.

–Sé que Claire puede parecer un poco inquieta sobre su presencia aquí –dijo Jerry–. Pero… ella y Lauren eran buenas amigas. Ella cree que necesito estar de luto… que es lo que estoy haciendo. Es sólo que…

Se detuvo allí y Chloe pudo ver como él luchaba con un torrente de emociones, tratando de sobrevivir a esta conversación sin desmoronarse ante ellos.

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